por Argenis Osorio Sánchez
Santiago de Cuba, Cuba
Hay un ángel en
la tierra, señor,
que tocó a mi puerta y abrió mi corazón
con una sonrisa inderrotable,
hay un ángel en la tierra, mi señor.
que tocó a mi puerta y abrió mi corazón
con una sonrisa inderrotable,
hay un ángel en la tierra, mi señor.
Un ángel travieso de alas vivas
y canciones,
un ángel que me ataca despiadadamente
y no me deja respirar,
que se roba mis pulmones para llenarlos
de la música celeste que sale de su boca.
Hay un ángel en el cielo, señor,
antiguo como un coro medieval
que canta en la iglesia abandonada
una canción desconocida.
No sé como reaccionar mi señor,
apiádate de mí, de mi atontado corazón
y de las estrellas que este ángel sembró cerca de mi boca
cuando entró a mi casa y a mi alma.
Qué hago, mi señor, qué hago,
siento deseos de morir, y de amar hasta morirme
a este ángel que me mira, que me sabe poca cosa,
que robó para siempre el corazón de mi corazón, señor.
Bienaventurados los que no han sentido
dentro de sí la desgranada sorpresa
de este ángel en la tierra,
en mi casa, en mi alma, adueñándose de todo,
deteniendo el tiempo, haciendo añicos la ruta de los aires
y dejando para siempre este sabor
a muerte y esperanza aquí en mi boca…
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