Claves para escribir un buen cuento
por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz el 28-04-2016
Escribir un cuento no es difícil siempre que se tenga una historia que contar y cierto conocimiento de los recursos narrativos. Pero si se trata de escribir un “buen” cuento…, eso ya es harina de otro costal. Qué mejor que ir pasito a pasito, dando pautas.
El cuento como tal tiene vida propia; los personajes en
él inmersos deben, al menos, dar la ilusión de tener
una voluntad ajena de la del autor o del mismo lector.
Ese es el signo de un gran cuento, un microcosmos
encerrado en las hojas de papel (J. Cortázar).
él inmersos deben, al menos, dar la ilusión de tener
una voluntad ajena de la del autor o del mismo lector.
Ese es el signo de un gran cuento, un microcosmos
encerrado en las hojas de papel (J. Cortázar).
1.- Selección. En
primer lugar hay que tener una noción del tema, de lo que queremos
contar. En este punto destacamos como primer requisito esencial: la selección. La regla de oro del arte literario es omitir, decía Stevenson. Es
primordial elegir aquellos datos que son relevantes para la historia.
En nuestra cabeza bullen muchas ideas, grandes temas, pero no vale todo;
sólo aquello que llegue, incluso, a obsesionar. El conjunto de
elementos que el autor tendrá que volcar sobre el papel (los personajes,
los eventos y la atmósfera…) puede provocar molestia y angustia. Por
eso afirma Cortázar que escribir es de alguna manera exorcizar.
2.- Unidad. Una vez que tenemos claro este punto, hay que centrarse en contar una única historia, un único tema,
y hacerlo de manera concentrada ―ya que disponemos de muy poco espacio―
para conseguir que cada descripción, cada escena aporte un nuevo dato
que, a su vez, genere la intensidad narrativa que necesitamos.
3.- Tensión interna. Esa
intensidad crea una cierta atmósfera y la tensión interna hace que el
lector se pregunte qué sucederá a continuación. Hay que evitar la mala
intriga, esa que proviene de la sucesión absurda y accidental de
acontecimientos. Cada línea tendrá que añadir información, será
necesario seleccionar los acontecimientos, disponerlos en el sentido que
más convenga a la trama para acceder al resultado final; ese del que,
en palabras de J. Cortázar, se sale como de un acto de amor, agotado y fuera del mundo circundante, al que se vuelve poco a poco.
Pero antes hay que escoger el punto de vista narrativo
adecuado al desarrollo de la historia, analizar cómo se puede contarla,
las distintas posibilidades disponibles, fijar dónde se coloca el
narrador y qué puede expresar desde esa posición. Pensar en el tiempo,
cuándo se van a desarrollar los hechos: en presente o tal vez convenga
que el narrador lo cuente desde el pasado, conozca toda la historia y
haya sido testigo de los acontecimientos. Y también tener en cuenta el espacio narrativo en el que se mueven los personajes y que aparecerá más o menos descrito en función de la importancia de la vida que practican.
Recordé que siempre me han irritado los relatos donde
los personajes tienen que quedarse como al margen
mientras el narrador explica por su cuenta (J. Cortázar).
los personajes tienen que quedarse como al margen
mientras el narrador explica por su cuenta (J. Cortázar).
4.- Prefiguración. La prefiguración nos prepara, sin saberlo, para el final,
nos insinúa lo que va a suceder, pero escatimándonos el desenlace. Son
pequeños hilos que el escritor va tirando. Aquí entra en juego la
importancia de las repeticiones que dan continuidad a la trama. Para
conseguir que la historia se proyecte en la mente del lector de un modo
ligado y continuo, las repeticiones harán que la atención del lector se
deslice de una frase a otra y de una acción a otra, sin un especial
esfuerzo por su parte.
5.- Verosimilitud. Es
necesario detallar con precisión cada escena para crear dentro del
cuento un marco espacio-temporal reconocible o al menos muy bien
definido, con el fin de persuadir al lector de que la historia es
posible y, por lo tanto, de que el conjunto de la trama adquiere verosimilitud.
6.- Mostrar en lugar de decir. Los
buenos escritores pueden decir casi todo lo que tiene lugar en la
ficción que escriben, salvo los sentimientos de los personajes.
Esta cita de Gardner expresa muy bien la idea de que los sentimientos
no hay que explicarlos, sino que deben ser sugeridos mediante acciones
de los personajes para que el lector los perciba sin filtros.
En resumen, un buen cuento debe ser
breve, de intensidad creciente, debe producir en el lector una gran
impresión y todo, en él, ha de ser significativo y verosímil. Esas son
las cualidades que califican a un buen relato para que resulte
inolvidable, para que el lector se adentre en él y le deje huella.
serescritor
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