Por Reynaldo García Blanco (Cuba)
Murió en enero. Apenas fue
nombrada en nuestros medios. Me enteré por Lourdes Gil. Entonces mi
memoria voló a la otrora patria de Sancti Spíritus. La voz de Fayad Jamís
o la fugaz presencia de su hija Rauda volvieron a llevarme a El Barranco. Eran los días de leer
a escondidas a Heberto Padilla, a Borges, a Octavio Paz. Miedo ingenuo.
Murió Nivaria. Nivaria Tejera.
Murió en París. Tal vez con aguacero. Murió el 6 de enero del año
en curso.
Intento otear mi biblioteca
viajera. Luz de lágrima (1950), La gruta (1953) y Alba en el
niño hidrópico (1954). Libros que
una vez fueron donados a una biblioteca de provincia pero que dormían el sueño
eterno en el área de libros por clasificar. Aunque la primera lectura cierta
fue El barranco (1959), nunca he podido leer su poesía en totalidad: Innumerables voces (1964) y París escarabajo (1976). Sospecho que hay otros libros. Pero París y
Canarias quedan muy lejos. Era tanto el silencio que la imaginaba muerta.
Ahora me veo recitando El ahorcado
del Café Bonaparte de Fayad Jamís o aquello de quien fuera su compañera: Yo espero la noche para soñarte,
revolución.//En cada espacio de sombra más allá de los ojos,/ en la que estos
se extienden a no dormir, tu sueño reaparece./Y esta sombra proyecta la sombra
de la cámara refringente a un abismo mayor/ en el que los sentidos apresados se
despojan de sus relieves diseminándolo, tanteando así un reposo al planeo de tu
persucusión.// Y la pesadilla de lo que fuera un sueño apunta con su discóbolo
de Mirón y da de lleno en mi traza. Y una avalancha de ceniza se cierne sobre
ella.
¿Qué oscuro temor nos llevaba a leer en secreto a Nivaria Tejera? ¿Acaso
eran las palabras revolución, sombra, ceniza, pesadilla?
Tal vez los más cercanos a la mujer creadora que fue Nivaria Tejera se
digan a dos voces: Porque sin respiración
nos han ido dejando los hechos de la historia, ajena al hombre y a su
mitología, a las infinitas variedades de los entes que la confabulan.
Murió Nivaria Tejera. Murió en París. Tal vez sin
aguacero. Yo espero la noche para soñarla.
* Nivaria Tejera (Cienfuegos, Cuba, 1929 / París, 2016). En Francia fue descubierta como escritora por el crítico Maurice Nadeau y por Claude Couffon, que ha traducido al francés sus escritos.
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