6/7/14

Un trovador santiaguero guitarrista de Carlos Gardel
Fuente: CUBARTE



Al trovador Roberto Moya lo conocimos en la Peña de Sirique, en el Cerro, un domingo por la tarde.
Un amigo de ambos, Félix Cobo, me lo presentó como el autor de la guajira Ranchito mío que acababa de interpretar el dúo de Luisito Plá y su esposa. Se trataba de Roberto Moya, que ya tenía 73 años de edad. Luego supe que este trovador santiaguero había sido acompañante de Carlos Gardel en varias actuaciones y películas.

Le pregunté: ¿Cómo un trovador santiaguero llegó a ser uno de los acompañantes en la guitarra del afamado artista Carlos Gardel?

Yo conocí a Gardel en el año 1933 cuando fui al Hotel Anzonia, en Nueva York, en la Avenida Broadway y Calle 72. Allí fui a hospedarme con mi compañero en el dúo, el argentino Carlos Spaventa. El gerente del hotel, que sabía que éramos músicos, me dijo: ahora mismo acaba de marcharse Carlos Gardel y está buscando guitarristas. Ese día no pudimos verlo, pero Eligio Potorosi, muy amigo de él, nos invitó a que fuéramos a conocerlo. Fuimos al día siguiente a un apartamento que Gardel tenía alquilado en el este de la ciudad.

Cuando lo vimos ya sabía quiénes éramos y se comportó con nosotros como si fuéramos viejos amigos. En efecto en ese momento estaba buscando guitarristas de experiencia que supieran interpretar música argentina para que lo acompañaran, ya que los guitarristas de su grupo no habían llegado por problemas con los visados. Nos echó el brazo por los hombros y nos dijo que sacáramos las guitarras, entonces cantamos una samba que él mismo tarareó. Enseguida dijo: “esta bien, no hay problema, mañana a la una nos vemos en los estudios de la Paramount”.

Y así fue como tomamos parte en la primera película que Gardel filmó en Estados Unidos, que se llama Cuesta Abajo. Gardel quedó satisfecho de nuestra actuación en ese filme y nos invitó a participar en otros como Tango en Broadway, El día que me quieras y Tango bar, aunque en esta última no aparezco personalmente, ya que lo que hice fue acompañarlo en la música de fondo. Ya en esos días habían llegado sus guitarristas pero nos dejó actuar con ellos porque Gardel quiso que también participáramos en esas películas. Yo me quedé con Gardel y lo acompañé en algunas actuaciones.

Cuando terminamos los compromisos en Estados Unidos él quería llevarme para la gira por América del Sur pero Lepera, que era el administrador, se opuso porque aumentaría los gastos al incluirnos en la nómina, entonces Gardel comprendió y me dijo: “Esta bien ché, tú te vas para Cuba y el día 24 de junio te embarcas para acá y nos encontraremos en Nueva York el día 1ro. de julio porque vamos a rodar 5 películas más en las cuales pienso mejorarte”. Acepté de mala gana, aunque tenía ganas de venir para Cuba y dejarle algún dinero a la familia.

El día 24 de junio de 1935, tomé el ferri Florida en La Habana y me dirigí a Cayo Hueso para luego coger un tren para Nueva York. Encontrándome en la estación de trenes vi como los vendedores de periódicos vendían enseguida los diarios de ese día. Un amigo me trajo un periódico que en grandes titulares decía: “ACCIDENTE AÉREO EN MEDELLIN. GARDEL CON TODOS SUS ACOMPAÑANTES PERECIERON. EL CUERPO DE GARDEL ESTABA CARBONIZADO. SE IDENTIFICÓ POR LA RASTRA QUE LLEVABA”.

La rastra es un cinturón de cuero que los argentinos llevan pegado al cuerpo para guardar sus monedas, debo aclararte que Gardel era coleccionista de monedas. Desde luego, regresé a Cuba en el mismo barco… ¿para que iba a seguir? Pensé entonces que si hubiera continuado de guitarrista con Gardel también hubiera muerto en el trágico accidente ocurrido en Medellín, Colombia, el 24 de junio de 1935.

Roberto Moya, gaucho transitorio y trovador santiaguero, nació el 26 de septiembre de 1897 en Santiago de Cuba, en una casa de la Calle Santa Lucía entre San Pedro y Santo Tomás.  Falleció en La Habana el 27 de enero de 1971.  Su padre, Francisco Moya Portuondo era profesor de piano y alternaba esa profesión por la de ayudante en una notaría, alguacil, secretario de un juzgado y Procurador Público. (...)

Por Lino Betancourt Molina (fragmento)
Fuente: CUBARTE 
http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/25685/25685.html


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