24/2/15

Safo, aristócrata y mujer de letras   


por
 
Lina Caffarello - Argentina


Emprendedora, brillante y discutida, Safo ha llegado hasta nuestro siglo para señalar un claro precedente de la participación de la mujer en los comienzos de la creación  poética. 

El nacimiento de Safo se sitúa entre los siglos VII y VI a.C. en Mitilene, ciudad de la isla de Lesbos.   Como todos los poetas de esa isla, escribió sus versos en dialecto eólico.

En la Hélade (el antiguo mundo griego), la mujer carecía de derechos ciudadanos y vivía recluida en su casa, presa de la ignorancia.   Se trataba de una sociedad con un concepto muy arraigado acerca de que el amor como tal sólo se entendía entre hombres, por lo tanto, el trato que mantenían con su mujer se limitaba al contacto imprescindible para procrear hijos varones, que luego serían educados como futuros  guerreros.

Safo, de espíritu indomable, amante de la libertad, se enfrentó con Pitaco, el tirano que gobernaba en Lesbos, quien no dudó en desterrarla y enviarla a Siracusa (Sicilia).

Al volver, Safo congregó a un grupo de jóvenes mujeres y formó una escuela cuyos cantos líricos consagró a Afrodita, divinidad protectora del amor y de la belleza. 

Apoyada por su pertenencia a la más rancia aristocracia, Safo opuso el mundo femenino como reto a la represión de una sociedad eminentemente machista, lo que le valió el rechazo y la ridiculización de los críticos y sátiros de la época, que no vacilaron en transformar su gentilicio de pertenencia geográfica, lesbiana, en otro tipo de adjetivo.

Si bien sus textos fueron estructurados desde la percepción femenina, Safo no asumió una actitud de desprecio hacia el varón, sino que expuso su concepto sobre el “hombre ideal”, que era justamente lo opuesto al ideal de hombre (brusco, hostil y combativo) que imperaba en la antigua Grecia.

Apenas se han podido reunir cerca de doscientos fragmentos de sus versos líricos y de epitalamios o cantos nupciales  (luego denominados versos sáficos).

Platón, dos siglos después, la señaló como la “décima musa”.  Su obra tuvo una influencia decisiva sobre muchos poetas griegos y otros más cercanos, como Byron y Rilke. 

Hoy Safo está considerada como el máximo exponente de la escuela de Lesbos, conformando una de las expresiones más sorprendentes de la Grecia preclásica.
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Algunos fragmentos:


Me parece que  es igual a los dioses
aquel hombre
que se sienta frente a ti
y escucha de cerca
mientras hablas dulcemente



Pues sólo para verlo es bello el bello,
en cambio el bueno enseguida será bello


Ay, dulce madre,
no puedo ya tejer esta tela,
muero de amor por un muchacho
por culpa de la grácil Afrodita


¿Con qué, novio, podría yo bien compararte?
A un sarmiento frondoso de vid te comparo


Amor me ha sacudido el alma,
como el viento desde el monte
embiste a las encinas


Se ha ocultado la luna,
las Pléyades también, está en su medio
la noche, la ocasión se va pasando,
y yo acostada, sola

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Extractado de la ponencia de Lina Caffarello -Buenos Aires, Argentina-, presentada en la VIII Convención Internacional de Escritores en Lenguas Europeas -Málaga, España-.

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