EL
DISCRETO ENCANTO DE LOS SEUDÓNIMOS
Por Reynaldo García Blanco
Dicen
los que saben, que un concurso literario para que sea respetado de verdad, ha de
convocar por el sistema de plica y seudónimo o lema.
Hace
unos meses estuve de jurado en un concurso de carácter nacional en el que precisamente
se participaba por el sistema de seudónimos. Allí pude encontrarme con algunos muy
simpáticos, curiosos e intrigantes. Estaban los que evidentemente daban
posibles pistas sobre la persona en concurso:
El
bardo de calle K
Perezguemi
Bamel
Peloz
Orjopi
Es posible que alguno de los jurados pueda determinar de una primera instancia de quién se trata. Simple combinación de letras, descifrar el anagrama o una simple instuición y puede saber que el libro de marras es de la señora Melba López y que lleva como veinte años concursando en el mismo certámen.
Están
los seudónimos con una clara referencia literario-cultural que abre un amplio
abanico y de algún modo indica la filiación o perfíl del autor en concurso:
Safo
Crono
John
Donne
Trocadero
Heredia
Me place en lo sumo encontrarme con aquellos Seudónimos-Lemas:
Al
polvo voy. Al fuego impuro (Octavio Paz)
Quien
escoge a ciegas, será cegado por el humo del sacrificio
(Kosptolk)
Tampoco
estaba el mundo y estaba
Más
que nunca (Pere Gimferrer)
En
otro momento me gustaría ocuparme de las dedicatorias en los libros tanto en
concurso como los ya publicados, que
van desde esta muy campechana:
Este
libro va dedicado a
Los
que quieren
Para
que me conozcan más
Y a
los que no me conocen
Para
que aprendan a
quererme
Pasando por esas dedicatorias que citan a todo el canon familiar incluyendo a las mascotas de la casa o las que tuvieron en su ya lejana infancia, pasando por aquella, bellísima, en que el gran Ángel Escobar escribió para su libro Viejas palabras de uso (1978):
A
Marina Cultelli.
Por
ser la otra mitad
De
mi esperanza.
En una de las entradas de uno de los Cuadernos de apuntes, del brasileño Carlos Drummond de Andrade he leído: Economía en las dedicatorias. Siempre habrá tiempo para enfatizarlas, y todo el tiempo será escaso para corregirlas.
Así
discurre la vida en los corrillos de los concursos literarios. Lo mismo nos podemos encontrar una Serpiente emplumada que un Plátano sonante. Aunque en realidad,
más allá de todo seudónimo, lo que se ha de tener en cuenta es lo que está
dentro.
En
el año que acaba de pasar envié a dos concursos utilizando como lema sendos
versos de Eugenio Montale. Ni mención me dieron. Así es el discreto encanto de
los seudónimos.Reynaldo García Blanco
© La Idea del Lunes - Santiago de Cuba
No hay comentarios:
Publicar un comentario