31/1/13

La Idea del Lunes

Los libros que me quedan por devolver

                                                                 por Reynaldo García Blanco

Tengo dos bibliotecas. La que siempre me ha acompañado en los sucesivos exilios provinciales y esa otra que son los libros que he prestado. Releyendo los Diarios de Lezama Lima me entero que el gordo de Trocadero anotaba los préstamos: Libros prestados a Rodríguez Feo. Trilce; A. Caro; B. Las flores del mal (francés). La Dorotea. Antología de la poesía moderna en Cuba. Garcilaso; Églogas.
 
Una pregunta: ¿El mecenas de Orígenes devolvió en tiempo y forma esos libros? En la biblioteca del monasterio de San Pedro en Barcelona hay una inscripción que dice: “Para aquel que roba, o pide prestado un libro y a su dueño no lo devuelve, que se le mude en sierpe en la mano y lo desgarre. Que quede paralizado y condenados todos sus miembros. Que desfallezca de dolor, suplicando a gritos misericordia, y que nada alivie sus sufrimientos hasta que aparezca. Que los gusanos de los libros le roan las entrañas como lo hace el remordimiento que nunca cesa, y cuando, finalmente, descienda el castigo eterno, que las llamas del infierno lo consuman para siempre…” Palabras duras y precisas que lo mismo sirven para un escritor llamado Rafael Vilches o un grupo de poetas que escriben al borde de la carretera central.


Imagino a Lezama, por el laberinto biblioteca, lamentando el haber prestado a García Vega El Satiricón, El doncel Erasmo o el número de Sur con Cabezas tormentosas.

En cierta ocasión visité la biblioteca de Ronel González y encontré un simpático cartel: HOY NO PRESTO. MAÑANA SÍ.
Recuerdo con cierta fruición un pasaje de La vida está en otra parte, novela de Milan Kundera cuando Jaromil estaba orgulloso de que el pintor le prestara libros de su biblioteca pero con recordatorio reiterado de que nunca se los prestaba a nadie, que era el único que había alcanzado ese privilegio.

Capítulo aparte merecen aquellos que prestan libros que les prestan. Yo también tengo mi lista negra. Recién pude recuperar la primera edición en español del Ulises (Joyce). Extraño los tomitos verdosos de En busca del tiempo perdido (Proust) publicados por Alianza. La metamorfosis (Kafka) duerme su sueño de cucarachón en un pueblo llamado Baire, La montaña mágica (Mann) se ha quedado por Jiguaní, El gran Gatsby (Fitzgerald) tiene a su lado una fecha: (sep/9/2005) y unas siglas que no logro recordar (E.E.R). Dos de mis libros preferidos: Siempre sale el sol (Hemingway) y Luz de agosto (W. F.) se los presté a Vilches que a su vez se los prestó a una rusa que regresó a su Leningrado distante y querido.


He vuelto a comprar La muerte de Virgilio (Broch) en una sobria edición de Arte y Literatura pues Rigoberto Rodríguez Enteza se niega a devolverme la primera edición argentina. A uno de esos talleristas que llegan, besan y se van le presté, de la colección Cocuyo, Un día en la vida de Ivan Denisovich (Solzhenitsin) y ojos que te vieron ir, ojos que no te han visto regresar.

Pero yo no soy un santo. Tengo en mi poder algunos librillos que me da cierto miedo devolver. Es un miedo Borgiano: El aleph (Borges), La invención de Morel (Bioy Casares). Alguien me pide a gritos una edición autografiada de Pedro Páramo (Rulfo) y comprada a precio de usura en la librería Renacimiento. Ayer devolví Gran sertao veredas (Guimaraes Rosa) publicada por Casa. Levanto mi vista y mis dos bibliotecas se dan la mano y se hacen una sola. La escoltan los libros que me quedan por devolver.

- "Ideas" Nº 90, II época - Centro de Promoción Literaria José Soler Puig - Santiago de Cuba. 

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